Los teléfonos siempre han sido como una rama aparte de la tecnología. No desprovistos de cierto sadismo, los técnicos telefónicos nos han obligado a memorizar números cada vez más largos, cuando podrían haber usado un sistema de nombres como el que hay en la web… Perdón: para los que no lo sabían, la Internet es una red conectada de computadoras en las que cada sitio tiene un número. Pero tuvimos la decencia de poner un convertidor de nombres para no tener que recordarlos.
Si la web hubiera sido diseñada por estas lindas criaturas de Dios, tendríamos que poner números, y no nombres como www.tristangrimaux.com.
Los aparatos telefónicos son más sencillos, y no tienen la costumbre de colgarse -como nuestras computadoras-, pero no por eso son más simples ni más fáciles de usar. La última muestra la tenemos con los teléfonos celulares que, si bien nos hemos acostumbrado a usar, dejan muchísimo que desear a la hora de ser prácticos y fáciles de usar.
No están a la altura de los criminales que hacen videocasetteras, o controles remotos de televisiones satelitales, -para ellos el infierno!- pero no han puesto un gran esfuerzo en tratar de pensar como un usuario, somos los usuarios los que tenemos que adaptarnos.
Claro, hasta que llegó el iPhone para cambiar las cosas totalmente. Lindo diseño, muy simple, super cool y con un navegador de Internet de verdad, porque en su interior hay una computadora de verdad. El regalo que nos hizo ATT (la compañía telefónica) es darnos un aparato totalmente bloqueado para usar sólo con ese servicio, y que por lo tanto sólo se puede usar en Estados Unidos de Norteamérica.
La otra gracia, fue que mucha de la funcionalidad del iPhone fue recortada porque los técnicos de ATT se horrorizaron de pensar que los usuarios geeks pudieran tener acceso a la red interna a través de un aparato que cediera demasiadas libertades. Traducido: la seguridad dentro de las redes de telefonía celular es malísima. En muchas oportunidades simplemente cierran redes enteras en Internet porque sienten miedo de lo que puede pasar.
A diferencia de nosotros los geeks computacionales, las redes telefónicas siempre permanecieron cerradas. Y a diferencia de la Internet, las redes telefónicas son territorio exclusivo de las telefónicas. En ese paisaje totalmente controlado y desconocido para el ser humano, los telefónicos han fundado un imperio de tarifas, pulsos y transferencias. Un paisaje que se complicó además porque el diálogo necesario para que las distintas empresas se comuniquen está plagado de cuevas y trampas. Por eso la gama de servicios que tienen es tan baja y para cada salto tecnológico hay que tirar todos los teléfonos que se tenían y empezar con otros nuevos.
Y eso no es nada, hay que tirar también el equipamiento más caro para una proveedora de servicios telefónicos: la red de interconexión, los distribuidores y las antenas.
Ahora se suma Google con la idea de hacer un gPhone, y ese aparato va a tener una plataforma de código abierto, ¡Sí! ¡Un Linux en su interior! Y posiblemente muchos paradigmas se plantearán porque tiene que entrar un poco de aire fresco en toda la comunidad telefónica. La innovación está totalmente trabada allí.
Muy pronto la telefonía IP, que se transmite por las redes computacionales, va reemplazar totalmente a la vieja red, y el maldito pulso telefónico va a desvanecerse.