Hace muy poquito pude completar una idea que tenía hace mucho tiempo: migrar una máquina virtual de un servidor a otro sin siquiera suspenderla. Se llama migración en vivo, y no pude hacerlo con XEN por más que traté, desde Debian.
Lo pude hacer usando KVM sin mayores complicaciones. Nada especial, ninguna instrucción que contarles aparte de una instalación normal de kvm y una máquina virtual como cualquier otra. Usé Debian Squeezy, que es una versión estable y reciente, lo mejor de Debian.
Antes traté de hacelo con Ubuntu, pero por diferentes motivos y falta de pericia no pude hacerlo. Definitivamente aprendí mucho migrando desde Ubunto hacia otras distribuciones. Debian es la madre de Ubuntu, así que no me fui tan lejos, pero el hecho de cambiar de una distribución a otra me abrió los ojos.
Cambiar de distribución debería ser un ejercicio obligatorio para todos los que usamos Linux. Sobre todo porque la experiencia que podamos tener de Linux va a estar mucho más ligada a la forma de empaquetarlo y organizarlo que tiene cada distribución.
Linux es sólamente un kernel, la organización, el arranque, la disposición de los archivos que conforman un sistema, la selección de programas que pueden ser accedidos dependen de cómo el organizador de la distribución entiende que debe funcionar un sistema.