No me ha impresionado tanto el reloj de Apple: creo que es muy gordo. Y pesado. Y la batería no parece durar mucho.
Pero los relojes vuelven, as así, porque es muy cómodo tener algún tipo de indicador en la muñeca. Si tuviera uno en este momento podría mirar una pantalla más mientras escribo.
Si tuviera un indicador en mi muñeca podría verificar cosas mientras hablo por teléfono sin tener que sacar la oreja a la conversación. Muy práctico.
Lo más importante que tenemos que observar es que los relojes son el principio de una nueva revolución: la computadora empieza a invadir nuestro cuerpo.
Como si fuéramos Borgs, empiezan por el brazo, quizás por los anteojos en breve y seguirán por otras partes del cuerpo para ocuparse de transformarnos por completo.
El diseño del reloj puede mejorar mucho hoy mismo, y con la tecnología que tenemos hoy, si usan el reloj como una pantalla, sólo una pantalla táctil y NADA NADA NADA NADA NADA más. El resto de la funcionalidad, al teléfono.
Repetid conmigo: A esta altura no hace falta ni siquiera que emita un sonido, ni que vibre ni nada. Un botón a la derecha para alguna tarea extra? Puede ser. Pero un reloj debe ser pequeño, liviano, con una pantalla que hasta puede alargarse hacia el antebrazo si es que se consigue hacerlo flexible.
Aquí es donde notamos la ausencia de Steve Jobs que hubiera quitado un millón de cosas a este chisme y lo hubiera puesto en el mercado mucho antes.