Algunos expertos en economía han podido predecir la crisis en la que estamos envueltos. Mentes preclaras que entienden al mundo real y que no se han dejado encandilar por las ganancias infinitas. Por otro lado, muchos periodistas que desean titulares apetitosos, han comenzado a predecir el fin del capitalismo. No es un análisis profundo ni adecuado, pero por las razones equivocadas -como pasa muchas veces- tienen razón.
Esta crisis económica despierta voces airadas que piden una mejor sincronización en las acciones de reparación de daños, más controles por parte de los gobiernos y una contención a la economía no real que no debe estrellarse en los bolsillos de los plomeros que se llaman John.
Entre los encargados de sistemas bancarios corre un hormigueo extraño y nunca visto antes: el espíritu de colaboración en el que se han embarcado los bancos no conoce precedentes, están realmente dispuestos a compartir información para hacer un entramado que les permita conocer los riesgos a los que se enfrentan con mayor anticipación. A tal punto que los expertos alemanes empiezan a señalar a los suizos como rogue agents, sólo porque no están dispuestos a contar lo que saben.
Si la humanidad había confiado en las computadoras para desarrollar sus actividades, el banco como institución carece de elementos computacionales reales. Es más un conjunto de aplicaciones sueltas sin cohesión que nacieron para resolver los problemas a medida que los humanos los fueron encontrando, sin ser un sistema en sí mismo.
Vamos hacia un mundo sistematizado y que va a cambiar la faz del planeta en menos de un lustro. Es el sueño geek en el que la lógica, la matemática y la computación serán los verdaderos regidores de nuestras vidas. Las ideologías existirán en la medida que puedan ser expresadas en términos computacionales. Es un mundo más cómodo el que nos espera, más seguro y confiable. Menos libertades y menos capitalismo, pero cálido y suave.
En este nuevo mundo no existe una persona que encarna el papel de dictador y que se dedica a gobernar con el terror porque es la dictadura de las máquinas. La empleada con cara de pescado que nos decía que el sistema no le dejaba hacer lo que queremos ha sido reemplazada por una página web que no tiene los botones que estamos buscando.
Los corredores tendrán muchísima más información sobre lo que pasa en todas las bolsas, las empresas y las acciones del mundo, pero tendrán menos posibilidades de hacer malabares con la maquinaria. Como en el Truco, muchos buenos negocios se mejoran con una mentirilla, o con información reservada que se mueve exclusivamente en los canales informales, y esto será cada día más difícil de llevar a la práctica.
El corazón de la nueva economía será mucho más transparente, pero a la vez, más difícil de manipular. A los que están fuera del sistema les espera el vacío del espacio, del otro lado del vidrio. No soy un experto en economía, pero sí les puedo hablar de lo que vendrá de la mano de los desarrolladores de software que darán forma a este mundo que descansa cada día más en las computadoras.
La película Wall-e, de Pixar, muestra con claridad el futuro de la raza humana de la mano de las tendencias actuales: robots omnipresentes y humanos más gordos, más inútiles, más inocentes en un mundo ascéptico. ¡Ah! Y toneladas de basura.
Que lindo. Me voy a ver esa película.