Bueno, ya saben, Linux es código abierto, y es gratuito. Pero así se llama solo el kernel, que es el corazón del sistema operativo. Al conjunto de cosas sumado se le llama GNU/Linux: es todo el universo que rodea al kernel, incluyendo manejadores de dispositivos y utilitarios básicos, y el conjunto de decenas de miles de programas que están disponibles para su instalación.
Tengo que aclarar esto para que puedan visualizar, aunque no lo puedan creer, que GNU/Linux pone frente a nuestras narices una enorme bandeja donde podemos elegir los programas que están disponibles y podemos instalar lo que querramos. Sin spyware, ni trampas, ni virus, ni cosas raras. Así nada más.
En una instalación como el Ubuntu, podemos bootear la máquina con el cd de instalación, y una vez que termina de iniciar podemos disfrutar del Linux, navegar por Internet, mandar mails y usar el Open Office (esto si utilizamos el DVD de instalación, en el que le caben más cosas) para editar una planilla de cálculo o un documento, compatible con el paquete de office de Microsoft y con el Open Document que está tan de moda ahora.
En el escritorio hay un ícono que dice Instalar, y con apretarlo se inicia el proceso de instalación. Hace un par de preguntas sencillitas que cualquiera puede responder y después copia, formatea, pinta, corta y todo lo que tiene que hacer sin nuestra intervención. Mientras tanto, podemos seguir navegando y trabajando hasta que el programa de instalación termina y nos pregunta si deseamos reiniciar la computadora para utilizar el Ubuntu o si deseamos continuar con nuestro trabajo y reiniciar más tarde.
Digamos que si sumamos el tiempo de inicio y reinicio de la computadora y le descontamos todo el tiempo en el que pudimos seguir trabajando y usando la computadora, la instalación nos llevó unos tres minutos. Estoy exagerando, pero realmente, la instalación no se siente como tiempo muerto.
Una de las visiones más impresionantes es sin lugar a dudas el agregar/remover programas. Si queremos empezar a entender el impacto ahí tenemos una buena forma de empezar. Al contrario de lo que podemos estar acostumbrados, podemos agregar programas estén que están en el DVD de instalación o a través de la conexión de internet, y estos se instalarán sin demasiado trámite para estar disponibles de inmediato.
El programa encargado de instalar y desinstalar los programas es uno sólo, y es parte de la distribuciónb GNU/Linux que estamos usando. Este manejador de paquetes de instalación verificará si existe algún impedimento por el que el programa que deseamos instalar no funcionará, y de ser así ni siquiera inicia el proceso de instalación. Los buenos manejadores de paquetes se encargan de gestionar las dependencias y los requerimientos, y el noventa y nueve por ciento de lo que el administrador dice que podemos instalar supera esta etapa crítica satisfactoriamente.
En Windows, la posibilidad de que esto sea así es bastante más baja: tenemos que buscar el programa en internet, bajarlo y probar la instalación. Como cada programa tuvo que desarrollar su propio programa de instalación, todos están a merced de los muchos errores que se pueden cometer. El programa de desinstalación, que también es responsabilidad de cada desarrollador de software es muy posible que no funcione, que no saque lo que tiene que sacar o que directamente, no exista. Incluso, algunos programas maliciosos están hechos para desinstalarse y programar su re-instalación en el próximo arranque de la computadora. No hay ninguna herramienta del sistema que nos permita remover un programa, lo que hay es un programa que centraliza la tarea de desinstalar y ejecuta el programa de desinstalación que cada programa haya preparado.
La experiencia GNU/Linux es mucho más que un sistema operativo nuevo, y no fue pensado para emular a Windows aunque muchos digan lo contrario, o sugieran que debería para ser más popular. Gracias a esto, es posible que pasarse a GNU/Linux sea una transición llena de descubrimientos, sorpresas y oportunidades para aprender a pensar las cosas de otra manera.
Siempre surge una pregunta sobre GNU/Linux y todo el mundo del código abierto: cuál es el modelo de negocios viable? La repuesta mejor enayada es: la ganancia está en el soporte y la implementación. Pero la génesis del código abierto no responde a un modelo comercial sino a la buena voluntad y espíritu universal que tienen los fundadores de todo este movimiento. La fuerza mayor que impulsa al código abierto posiblemente esté en la contrapartida: en el modelo comercial de software que hizo que, tras el grial de la compatibilidad, la empresa de software más grande del mundo se transformara en la única que puede mostrar ganancias y en la única dueña de un espacio en el que cada vez caben menos los emprendimientos independientes.