Para cualquiera que tenga la emoción de comprarse uno de los últimos discos rígidos que pueden albergar todo un país de datos va la siguiente pregunta: ¿Para qué sirve un disco rígido? Bueno, para contestar la pregunta obvia con un dato más obvio podemos decir que sirve para poner datos.
Pero los datos que queremos poner también queremos que se preserven. Perderlos genera una gran ausencia, que no se repara mirando fijamente al bendito disco que ha pasado a mejor vida: su espíritu se ha ido.
A menos claro, que hayamos copiado los datos en otra parte. Y para un gran disco no hay nada mejor que un gran backup. Pero ahí no termina la cosa: esa inmensa bola de unos y ceros necesita administración. Sí, queridos lectores, un disco rígido más grande significa también más trabajo porque si los datos se corrompen tendremos una copia de seguridad inservible. Tenemos que mirar nosotros si las cosas que están se parecen a lo que queremos que sean.
Resulta que con las cámaras digitales nuevas podemos ir a una fiesta, reunión o paseo y tomar un centenar de imágenes cuestionables para ponerlas en nuestro gran disco sin ningún tipo de miramiento. De hecho, de tantas que son no sólo se nos hace cuesta arriba pensar en organizarlas, difícilmente nos pongamos a verlas otra vez. La bola rueda y se agranda, ahora también con los vídeos interminables, que nos ponen detrás de la acción, cuando es muy posible que en esta corta vida sea mejor estar del otro lado.
Nos hace falta mejores herramientas para administrar todos los datos, y más si pensamos que sería deseable organizarlos como un conjunto, y que nuestra vida, para ser mejor documentada tendría que tener un índice global de acontecimientos con cada cosa catalogada en los distintos aspectos que nos interesa subrayar.
De pensarlo me canso: ¿Así que ahora, además de vivir, tenemos que convertirnos en los bibliotecarios de nuestra existencia? Hasta que no inventemos a ese apuntador que hago todo automáticamente -y créanme, tiene su lado espeluznante- compraremos siempre un disco más grande con su correspondiente copia de seguridad para no tener que pensar.
Es como si pudiéramos mudarnos a una casa que mide mil veces más que la anterior para llenar ese espacio vacío que nos queda de áticos desplazados, de ropa vieja, de juguetes rotos, de recuerdos de viaje y demás lastres. También es asfixiante.
El gran tema universal: almacenamiento y organización de datos. Acabo de perder mis mejores fotos del verano, estoy sintiendo exactamente esa desolación fatal. Estoy optando por un hd externo, una contratación de disco virtual y seguramente otro hd externo … the neverending story.