No voy a publicar este artículo hasta pasadas las elecciones, así que lo que lean por acá apunta a cálculos y resultados que no tengo. Es un desafío que me impongo para ver cómo se lee mi análisis cuando ya pasó todo. Ustedes dirán
Lo primero: Creo que le va a ir muy bien a Cambiemos en la provincia de Buenos Aires. Y creo que le va a ir muy bien en las zonas más pobres del conurbano. Donde haya un intendente que controle el aparato electoral más primitivo la persistencia del peronismo será mayor, pero la gran fábrica de pobres que es el conurbano bonaerense ya no funciona como antes.
La estrategia del gobierno de Cambiemos fue: mejorar la economía desde los grandes motores y eso benefició al interior del país. El crecimiento de Cambiemos en la zona núcleo será sorprendente. Pero como el crecimiento fue desparejo, los pocos puntos positivos que muestran los indicadores económicos no impactarán en el conurbano. Para esa zona, la estrategia de Cambiemos fue reiniciar la maquinaria asistencial del Estado. No la de los punteros, no la de los política corrupta, la maquinaria que prometió el peronismo y que después malversó para alimentar a un aparato voraz que ya cruzó los límites de la criminalidad. De todos los peronismos que padeció la provincia de Buenos Aires, el peor de todos fue el de Scioli. Sumergió a la provincia en la parálisis más demoledora: cuando Cristina le recortó el presupuesto para hundirlo, Scioli se dedicó a pagar sueldos y endulzar a periodistas. El gasto que hacía en publicidad era pornográfico, todavía no se habla de eso porque los medios no reaccionan.
En estas elecciones Cambiemos gobierna en la ciudad de Buenos Aires ─donde hará una buena elección Lilita, que es la cabeza política de Cambiemos─, gobierna en el país y gobierna en la provincia de Buenos Aires. Son los tres presupuestos más grandes que puede manejar la política. Y el peronismo jugó la carta equivocada: “Somos muy poderosos todavía”.
El peronismo viene inflando tanto los costos de la política negra ─desde hace una década─, que tuvo que aumentar el fraude central por encima del 10% que tenía como habitual.
Lo que se rompió en el 2015 es un partido político que proyecta la imagen de pasado, que repite consignas sin sentido y que se mantuvo en el poder a partir de trampas y trenzas de chantajes. Y todas estas cosas lo debilitaron políticamente hasta hacerlo dependiente del Estado. Lejos de la máquina de hacer billetes se extinguen. Fuera del poder no pueden poner candidatos que atraigan a los votantes.
Creo que Bullrich hará una buena elección. Arriesgo a pensar que ganará por más de 2 puntos. Creo que serán 5. Del lado peronista veo el derrumbe de Cristina. Pero aunque me equivoque y Cristina lo supere por unos puntos, a Cristina la plantaron tan mal en el tablero que será una derrota.
Cristina megalómana se presentó en el único distrito con el que puede hacer algo, concentró toda su figura en el único lugar en el que tiene posibilidades y se presentó a sí misma como una mujer poderosa que está por encima de todos, que no dialoga, no confronta y no mira a los demás porque está por encima. Un candidato planteado en estos términos no puede otra cosa que arrasar. Cualquier otro resultado es para que todos se mofen de ella.
Y estoy convencido de que el aparato en La Matanza, su último bastión, fue penetrado por el gobierno provincial, y que sus habitantes ya no se sienten prisioneros del peronismo, que respiran aires de libertad.
Desde hace muchos años la política puso todos los motores de Argentina para calefaccionar su guarida. Es espantoso entenderlo. Los mecanismos productivos para hacerse ricos. A costa de romperlos, a fuerza de ignorancia. Serían hoy mucho más ricos si hubieran cobrado un peaje ilegal y no se hubieran dedicado a estrangular a la gallina de los huevos de oro, pero, temen, esa gallina se los hubiera comido. Es un lenguaje de cavernícolas, con resultados que reconstruyen escenas medievales.
Una última cosita: la sociedad que plantearon Macri y Vidal es muy novedosa. Vidal es la gobernadora más poderosa del país. Hace más de cien años que no se veía algo así en Argentina.