Incómodo. Esa es la palabra. Estoy incómodo y totalmente podrido de las reviews de KDE4 que dicen qué lindo que es, y que genial es para un usuario de Gnome probar este entorno gráfico durante unas horas y volver al Gnome para escribir un blog flatulento y no tocar más el KDE4 por el resto del año.
Claro, que por lo menos ya no estoy aterrorizado de ver que los desarrolladores de mi entorno favorito estén llevándolo directo al despeñadero. Despeñadero es ese precipicio desde el cual las peñas caen y se rompen. Y la vieja roca del KDE estaba en el fondo, hecha pedazos. Con esta versión la cosa luce un poco más promisoria y puedo volver a respirar.