Para cualquiera que tenga la emoción de comprarse uno de los últimos discos rígidos que pueden albergar todo un país de datos va la siguiente pregunta: ¿Para qué sirve un disco rígido? Bueno, para contestar la pregunta obvia con un dato más obvio podemos decir que sirve para poner datos.
Pero los datos que queremos poner también queremos que se preserven. Perderlos genera una gran ausencia, que no se repara mirando fijamente al bendito disco que ha pasado a mejor vida: su espíritu se ha ido.