En tecnología, hemos usado la palabra revolución muchas veces y de tantas vueltas que ha dado el mundo, anunciar un nuevo giro se ha vuelto tedioso.
Nunca como antes, sin embargo, la revolución que hoy vivimos ha hecho temblar a la industria que las produce. De hecho, después de tanto anunciar que las cosas tienen que cambiar, yo mismo he quedado sorprendido de que, finalmente, las piedras estén rodando.
Windows Vista ha sido un estrepitoso fracaso. Como nunca, la gente dice que está contenta con la versión anterior y no puede encontrar una razón de peso para cambiar su sistema. Solamente lo soporta si ha comprado un equipo nuevo, y en muchos casos pide que le instalen el viejo XP, o termina haciéndolo por su cuenta.
El renovado estilo gráfico no le hace sombra a sus competidores, y lo cierto es que más allá de eso, no tiene mucho más que ofrecer. Microsoft dice que es mucho más seguro, pero mejorar lo que se tiene es mucho más fácil que cambiar de sistema. Y para empeorar las cosas, Vista es más lento y requiere una buena inversión en más recursos para la computadora.
Microsoft contaba con que las personas cambiarían sus computadoras, como lo habían hecho en otras oportunidades, y de la misma manera que muchos fabricantes de accesorios, esperaba que nuestros equipos se volvieran obsoletos y saliéramos a comprar todo otra vez. Pero no ha sucedido tan rápido como se esperaba y la poca habilidad de Vista para conectarse con la vieja impresora que no deseamos cambiar o con la placa de sonido que nos gusta como suena, se han vuelto en su contra.
De hecho estamos en la época del reciclado, del ahorro de energía, y todo ese consumo cae mal. Existe una gran cantidad de equipos disponibles que funcionan, que antes hubieran sido desechados con desprecio y que ahora nos negamos a dejar atrás. Y Vista simplemente no cabe en estos equipos.
La revolución que vivimos proviene de la gente que simplemente no quiere descartar sus computadoras, una vez más. Los vendedores de hardware, en franca rebelión, han escuchado a sus consumidores ofreciendo computadoras de bajo costo con Linux instalado. Microsoft está tratando de producir una versión reducida de XP para las computadoras de este rango con tal de no quedar fuera de este negocio, o dejar que su peor pesadilla se haga realidad: que la gente que empieza a usar Linux lo recomiende.
Hasta los aliados más acérrimos, como el grupo Gartner, han empezado a saltar del barco. Bill Gates, para parar la hemorragia anunció que Windows 7, una nueva versión, estará para el año próximo, y que será todo lo que Vista debió ser. Microsoft había planeado tenerlo listo para el 2010, pero está tratando de llegar antes con gran desesperación. Si se apura y tropieza, su situación ya no será frágil sino mortal. Hablar de una nueva versión ahora estanca aún más las ventas de Vista.
Microsoft es una compañía enorme, y su influencia ha marcado la forma en la que hacemos las cosas en tecnología. Hace muchos años, me inspiraba su fuerza emprendedora, pero me fui asustando de la forma en la que atacaba a sus competidores. Si alguno de ustedes ha visto comer a un cerdo adulto, la sensación es la misma.
Bill Gates dijo hace muchos años en una carta abierta, que no se podía hacer software de calidad si no se hacía de una manera redituada. Estaba en contra del software abierto y gratuito, y afirmaba que el software que emergía de esta filosofía nunca dejaría de ser un hobby.
Lo cierto es que cada vez se ve con más claridad que no se puede encarar un proyecto de gran envergadura si no se hace en forma cooperativa,y para hacerlo, el único contrato que se puede respetar se inicia compartiendo el código fuente que le da origen. Más allá del objetable comportamiento de Microsoft, cuando se fabrica el sistema operativo, la base y fundamento de todas las aplicaciones, es desleal producir cualquier otra aplicación porque se corre con una ventaja abusiva sobre cualquier otro competidor.
La industria está cansada del reinado de Microsoft. No sólo son los usuarios. Los vendedores de equipos sueñan con tener el control total del software, como lo tienen cuando instalan Linux. No entienden los principios del software libre y es muy posible que en un principio no respeten los lineamientos que deben seguir, pero ciertamente, es el sistema operativo perfecto para ellos. Si no lo han instalado hasta ahora es por un motivo de peso: no desean pagar por la transformación del mercado. Los márgenes son pequeños y la guerra de los precios ha fragmentado a todos los jugadores, pero se están animando con los equipos de bajo costo que paradójicamente dejan mejores márgenes. Por lo menos hasta ahora.
Windows nunca tuvo un gran costo para los fabricantes de equipos. Pero los cincuenta dólares que les cuesta se pueden transformar en soporte, y el soporte extendido es un gran negocio.
Para los fabricantes de periféricos, como las impresoras, las placas gráficas y esas cosas, el mundo del código abierto es interesante. Muchas veces intentaron encerrar a sus clientes con tecnologías que funcionan de forma complementaria, o planearon obsolencias forzadas, al dejar de dar soporte a una pieza que se puso vieja, pero todo eso da muy mala imagen y no siempre es legal. Son cosas que no se pueden hacer contra la comunidad si se juega con las reglas del código abierto.
En el mundo super competitivo de las placas gráficas, todos menos uno de los fabricantes han abierto el código de sus manejadores. El argumento favorito de los fabricantes de periféricos para no abrir su código es que le están dando información importante a la competencia. Pero la competencia siempre obtiene la información de alguna manera, y las empresas que abrieron su código entendieron que era la mejor manera de aprovechar a la comunidad y no quedar fuera del mundo Linux. Estamos hablando de gigantes como Intel, AMD y tantos otros. La empresa restante se llama NVidia, pero se espera que pronto rinda su postura y muestre su código.
No estoy haciendo predicciones sobre la muerte de Microsoft, pero las cosas van a cambiar profundamente si hablamos de que esta compañía no será la que controle el desarrollo del software, ni la que imponga sus reglas de comercialización. Si Apple comprende este cambio tendrá los reflejos para cambiar sus propias conductas monopólicas.
Imagino cambios tan fuertes como una versión de XP de código abierto, o Microsoft creando una empresa diferente para su producto Office, porque tendrá que limpiar su diálogo con la industria con señales muy claras para seguir jugando sin su posición de fuerza.