Si los sistemas operativos fueran barrios

El sistema operativo arranca nuestras computadoras, y no debería darnos una funcionalidad demasiado directa, pero nos da la familiriadad en sus colores y formas. Por eso, si hiciéramos una comparación en nuestras vidas, bien podríamos decir que son el paisaje de nuestro barrio. Cambiarse de sistema operativo es tán incómodo como mudarse, y las aplicaciones que usemos seguirán las reglas edilicias de nuestro barrio de elección.

Appleburgo

El barrio de Apple, nos ubica en las coquetas casas OS/X para que nuestras vida se llenen de diseño. Los parques son bastante minimalistas, y los comercios de los alrededores son bastante caros. Es una zona residencial, definitivamente, y la seguridad es bastante buena. Los impuestos son caros, pero se paga un servicio que vale la pena.

Windows-town

El barrio de Windows es enorme y sirve distintos propósitos, pero es fundamentalmente un barrio de oficinas. El barrio en su conjunto es muy inseguro, y uno no quiere adentrarse en un callejón oscuro ni salir después de la caída del sol. Con Vista, uno tiene guardias que protejen la casa en su interior y agregan mucha seguridad. Claro que incomoda un poco tener un guardia en el baño pero el barrio lo amerita. En los suburbios pobres se habla mucho Windows98 y Windows95, y como se ejecutan sin soporte ni actualizaciones, todo se cae a pedazos.

Linuxlandia

El barrio de Linux es todavía un gran campus universitario. Hay una sección muy SOHO que crece diariamente y se llama Ubuntu, allí muchos de sus habitantes no son estudiantes sino personas de espíritu libre y refugiados de Windows. La zona fabril se llama Red Hat, y es un barrio de construcciones muy funcionales. Allí se trabaja incesantemente.

Por debajo de esta gran ciudad, y como sostén de todos los sistemas que hacen a su funcionamiento se habla Linux (y Unix) en su enorme mayoría. En las cloacas, los cableados y todos los servicios, cualquier otro sistema operativo es un invitado que debe comportarse.

La evolución de esta ciudad es vertiginosa. Uno puede mirar fotos que tienen apenas dos años con verdadera nostalgia. Lo mejor que ha sucedido últimamente es que se respeta la diversidad y los barrios se comunican entre sí. De la inmensa mayoría de Windows y los guetos aislados queda el recuerdo y hoy la segmentación es realmente más pareja. Esta conformación llegó para quedarse porque la uniformidad como dadora de seguridad ha demostrado ser exactamente lo contrario.